En el caso de la demencia, por ejemplo, el riesgo de cometer una infracción o sufrir un accidente es de 2,8 a 8 veces mayor que en personas sin patologías mentales. Pero, tal y como describe el artículo 257 de Tráfico y Seguridad Vial, los medicamentos utilizados para el tratamiento, como mejoran los síntomas, podrían mejorar el rendimiento del paciente a la hora de conducir (aunque no siempre es el caso).
Por ejemplo, el tratamiento de la depresión, cuando es eficaz, mejora el estado de alerta, la capacidad cognitiva y el juicio; pero, los efectos secundarios de los medicamentos antidepresivos pueden producir alteraciones en el funcionamiento psicomotor, sedación y deterioro del funcionamiento cognitivo. Por ello, es importante seguir siempre las pautas recomendadas por un profesional.
¿Qué condiciones mínimas se requieren para conducir si se padece una enfermedad mental?
Las personas con alteraciones mentales que quieran conducir deben cumplir unos requisitos. En primer lugar, la enfermedad tiene que mantenerse estable; el conductor tiene que tener capacidad para dejar de conducir si se agrava la enfermedad;. Además, no deben estar afectadas sus habilidades funcionales para conducir: el médico que realiza el tratamiento debe estar de acuerdo en la vuelta a la conducción en los casos en que, por empeoramiento, hubiera tenido que abandonarla; hay que garantizar que está sometido a supervisión médica y que cumple con su tratamiento. Por último, en los casos en que se le haya retirado de la conducción, debe ser reevaluado para comprobar que cumple estas condiciones.
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