¿Por qué no normalizar los procesos de duelo?

Lo más habitual es relacionar el proceso de duelo con la muerte, no obstante, no solo se produce en dicha ocasión, sino que cuando en nuestra vida tenemos una experiencia de interrupción definitiva, también podemos vivir esta fase.

Podemos identificar el duelo con una herida, por tanto, esta debe cicatrizarse, y para ello es necesario que transcurra un periodo de tiempo, el cual difiere con respecto a cada persona. Por norma general, en todo proceso se siguen unas fases, las cuales se asemejan a unos escalones que hay que ir ascendiendo y superando. No obstante, no en todos los casos suele seguirse un mismo patrón, que puede resumirse en las siguientes fases o etapas: 

• Negación. En este momento la persona niega el golpe sufrido. Negar es una manera de decirle a la realidad que no estamos preparados para combatirlo.
• Enfado. La siguiente fase es la rabia, la cual, bien empleada puede servir de impulso para crecer y superar la situación.
• Negociación. En este momento damos un paso al frente y comenzamos a ver la pérdida desde otro punto de vista, aunque tenemos que evitar caer en el abismo de hacer cualquier cosa para revertir la pérdida.
• Miedo o depresión. Puede producirse un retroceso en el que la persona siente tristeza y un profundo dolor; se siente agotada y no encuentra la salida.
• Aceptación. En esta última fase, se trata de aceptar lo que se ha perdido, porque aceptar permite avanzar, ya que lo que se resiste, persiste. Es el momento de devolver el duelo a su lugar y trabajarlo como un aspecto más en la vida.

Ahora que ya conoces todas y cada una de las fases y eres capaz de comprender mejor esta situación, debes saber que es fundamental para afrontarla contar con la ayuda de profesionales, que, sobre todo, te acompañen en el proceso. En Policlínica Prades contamos con un cuadro médico compuesto por grandes especialistas en psicología, cuyo objetivo es ayudarte a hacer de este duro camino, un trayecto más sencillo.